El envejecimiento es proceso natural en la vida de todo individuo desde que nace: crece, se desarrolla y madura. En este transcurso se notan muchos cambios y, si bien nadie se escapa del paso del tiempo, este progreso varía de persona a persona, y muchas parecen no envejecer a la misma velocidad que envejecen otros.
Cientos de teorías sobre qué propicia este proceso han visto la luz, pero la investigación en este campo todavía continúa y, aunque no existe una mítica fuente de la juventud, sí se han podido identificar algunas estrategias que, realizadas diariamente, pueden ayudar a contrarrestar el envejecimiento en 10 minutos o menos. El fin no es solamente lucir mejor, sino vivir más tiempo, saludablemente.
1. Usa protector solar
Es sabido que los rayos ultravioleta del sol pueden afectar la piel en tan solo 15 minutos. Por ello, de acuerdo a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), aplicar un protector solar es una de las estrategias antienvejecimiento más sencillas que existe. No solo protege a la piel de las señales visibles del envejecimiento, como arrugas y manchas, sino que también evita el desarrollo del cáncer de la piel. Los CDC recomiendan aplicar un filtro solar de rango amplio con por lo menos FPS 15 antes de salir al aire libre, incluso en días algo nublados o frescos. Si eres mujer, debes saber que hoy existen muchos productos de belleza que contienen protector solar, pero verifica su FPS. Si es menos de 15, debes usar protector aparte. No dejes de proteger también la delicada piel de los labios.
2. Usa cremas antioxidantes
Aunque el proceso natural de envejecimiento también está genéticamente determinado, los NIH señalan que el envejecimiento extrínseco (debido a factores externos) puede ser prevenido a través de la dermatología estética no solo "borrando los vestigios del tiempo en la piel", sino también jugando un rol primordial en lo que concierne a la prevención, la regeneración y la dilación del envejecimiento del órgano más grande de nuestro cuerpo: la piel. Para esto, utilizan terapias sistémicas y locales, instrumentos y otros procedimientos. Entre los más usados y que solo ameritan una aplicación diaria que tendrá resultado con el paso del tiempo están el uso de cremas y sueros con componentes antienvejecimiento como los antioxidantes (vitaminas, polifenoles y flavonoides), que reducen la degradación del colágeno al disminuir la concentración de radicales libres; y los reguladores celulares (retinoles, péptidos y otros), que tiene un efecto directo en el metabolismo y la producción del colágeno.
3. Medita y reduce el estrés
Según el Centro Nacional para la Salud Complementaria y Integrativa, adscrito a los Institutos Nacionales de la Salud (NCCIH, por sus siglas en inglés), la meditación es una práctica de mente y cuerpo que tiene una larga historia para aumentar los niveles de calma y relajación física, mejorando el balance psicológico, la habilidad de manejar enfermedades y condiciones de salud, y mejorando la salud y el bienestar en general. Aunque existen diferentes tipos de meditación, de acuerdo al NCCHI, todas tienen cuatro elementos en común: un lugar tranquilo para realizarla, una postura cómoda, un foco de atención y una actitud abierta. No importa la que escojas, lo importante es no juzgar, no juzgarte y dejar que todo fluya.
4. Ejercítate
Aunque no se sabe con exactitud cómo la actividad física beneficia a nuestro cuerpo a nivel molecular, sí se conoce que prácticamente cualquier tipo de ejercicio tiene efectos beneficiosos para la salud.
Según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, el ejercicio: conserva y mantiene la fuerza para poder seguir siendo independiente; brinda más energía para hacer las cosas que deseas hacer; mejora el equilibrio; previene o retrasa algunas enfermedades; mejora el estado de ánimo y disminuye el estado de depresión.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la meta es totalizar 150 minutos de actividad a base de intervalos de al menos 10 minutos cada uno a lo largo de la semana. Recuerda que no tienes que comprar ropa especial ni matricularte en un gimnasio. Puedes salir a caminar, bailar, montar bicicleta o nadar, entre otras actividades que disfrutes. Si vas añadir una rutina de ejercicio a tu estilo de vida, recuerda consultar antes a tu médico.
5. Fortalece tus relaciones y conexiones
La Sociedad Americana sobre el Envejecimiento (ASA, por sus siglas en inglés) explica que las relaciones sociales positivas tienen un impacto beneficioso en la salud y en la calidad de vida de los adultos mayores. Una conversación animada y compartir con amigos y familiares, puede promover la esperanza y la alegría, lo que, a su vez, influencia la actividad física, una mejor alimentación y el deseo de involucrarse en más actividades sociales. Esta apertura en la interacción social en otras áreas, como las citas médicas, por ejemplo, hará que la persona haga más preguntas y sea más proactiva en con su salud. De esta manera se evitan la soledad y el estrés, que han probado ser detrimentales para la salud física y mental.
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