Dos experimentadas periodistas comparten técnicas de redacción con adultos mayores para que saquen del tintero las anécdotas que quieren compartir.
“A escribir se aprende escribiendo y leyendo. Para escribir, no necesitas ser (Gabriel) García Márquez ni tener un don divino. Escribir es trabajar y tener disciplina”.
Ese es el mensaje que llevan las experimentadas periodistas Helga I. Serrano y Ruth Merino en los talleres que ofrecen a adultos mayores que quieren escribir sus vivencias, explica la primera.
Y es que todas las personas tienen algo valioso que contar, particularmente en su edad madura, cuando han acumulado tantas experiencias, y la sabiduría de los años les permite repasar sus memorias de forma distinta para transmitir conocimiento.
Para Serrano y Merino, enseñar el arte de contar y escribir historias es fácil. Después de todo, ejercieron el periodismo por años, particularmente en el desaparecido diario El Mundo, donde Serrano fue directora. También ha sido profesora en la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico y directora ejecutiva del Centro para la Libertad de Prensa.
Ambas laboraron, además, en la redacción de El Nuevo Día, donde Merino también dirigió el programa de internados, y ha sido conferenciante en diversas instituciones y eventos.
“Ruth y yo tenemos una larga trayectoria en esto de dar talleres y nos encanta. Siempre les habíamos dado talleres a periodistas y esta es la primera vez que es otro público. Nos hicimos voluntarias de AARP y el año pasado le hicimos la propuesta”, cuenta Serrano, sobre el taller: ¡Anímate a contar tus historias!”. La convocatoria al taller fue tan exitosa que han abierto otras dos sesiones, para los días 29 de agosto y 6 de septiembre. Para reservar, se puede llamar al (787) 296-3018 o escribir a mramos@aarp.org.
“El interés de escribir es muy grande, aunque sea solo para contarle historias a su familia. En ese ejercicio, se recogen historias de familia y de gente que ha hecho cosas que han estado vinculadas a eventos históricos de Puerto Rico. Quizás las personas mayores siempre han querido contar su historia, pero no saben cómo y dónde lo iban a hacer. Ahora hay unos foros que antes no estaban disponibles”, señala Merino sobre las nuevas avenidas que han abierto las redes sociales.
Vínculo emocional
“Hay que entender que no es lo que yo escriba sobre cualquier cosa, sino sobre lo que realmente está muy cerca de mí. Escribiendo se descubre esa nostalgia, ese sentido de angustia, o ese amor o dolor, también alegría. Cuando tú escribes eso sale a relucir y tienes que estar preparado para cómo te vas a sentir cuando escribas”, afirma Merino, quien destaca que en el taller también se habla de las “reglas de oro” al escribir, como claridad, precisión y corrección, entre otros temas.
Serrano agrega que “hay que tener un hilo conductor entre tus emociones, tus interioridades y lo que vas a contar”.
Esa fue su experiencia al editar el libro Las recetas de doña Ana, que recogió las recetas de su suegra. “Era como la reina de la cocina en Panamá, una de esas chefs extraordinarias. Pero, le descubrieron diabetes y fue perdiendo la vista y la capacidad de cocinar. Sus hijas llamaron a mi esposo y le dijeron que su mamá estaba deprimida y a él se le ocurrió una idea maravillosa. Les dijo que la pusieran a contar sus recetas para enviárselas a él”.
Ese fue el comienzo de un proyecto que culminó con un libro que no solo recogía las recetas de su suegra, sino anécdotas de hijos y nietos que vinculaban la vida de ellos, la abuela y la cocina.
“Mi esposo contó sobre la carne porque recordó lo que hacía su mamá para conservar la carne cuando vivían en Chiriquí porque no había nevera”, cuenta Serrano.
Hace dos años, Serrano y su hermana comenzaron el proyecto de contar sus vidas, desde el período en que se criaron en San Lorenzo hasta que se casaron, para dejarles ese legado a sus hijos y nietos que hoy día viven en Nueva York, Hong Kong e Italia.
“Eso me hizo pensar cuánta gente tiene historias fabulosas para contar. Ya Ruth y yo habíamos hablado de hacer algo”, señala la periodista, quien explica que a los participantes del taller les ayudan a definir sus ideas y proyectos y les explican cómo organizar sus ideas y cómo presentar sus historias.
Durante el taller, muchos compartieron ideas de lo que quisieran contar, pero no saben cómo hacerlo. Ese es el caso del hombre cuyo hijo encontró las cartas que él, de joven, intercambió con quien fuera su novia y, más tarde, se convirtió en su esposa. Asimismo, una de las asistentes contó que su padre fue uno de los soldados conocidos como los borinqueneers, cuyos traumas afectaron a toda la familia a su regreso. El año pasado, durante un vuelo aéreo en el que algunos de esos soldados y sus familiares viajaron a Corea del Sur, descubrió que su experiencia no era exclusiva pues otros habían sufrido lo mismo.
“Sabemos que si estaban allí es porque quieren hacer algo. Entonces los entusiasmamos, los motivamos, los inspiramos a que lo hagan”, dice Merino, sobre el taller en el que hacen una dinámica para que los participantes compartan lo que quisieran contar y los demás reaccionen.
Envíe sus comentarios o pregunta, así como fotos de sus viajes y eventos a: riveramildred56@gmail.com
Fuentes: EL Nuevo Día
Mildred Rivera Marrero
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